El sol se refleja especialmente en la nieve, hasta el 80% de la radiación UV puede alcanzar tus ojos incluso mirando al suelo, por lo que los esquiadores saben que, de no protegerse de forma adecuada, pueden acabar el día con dolorosos síntomas de queratitis. Los mismo, aunque ciertamente en bastante menor medida puede suceder en el playa, donde la espuma y la arena se comportan de forma similar reflejando los rayos UV, o incluso en otros tipos de suelo en los que puede ser menos evidente como la hierba, la tierra o el hormigón.
Otro aspecto desconocido es que la mayor parte de la exposición solar que nuestros ojos reciben ocurre antes de los 18 años. Por un lado, porque la pupila es mucho más grande a estas tempranas edades, y por otro porque la actividad al aire libre y sin protección es mucho más intensa que la edad adulta.